Los fabricantes occidentales han abandonado Rusia en favor de China

NEl mercado ruso no es una berezina para todos. Puede que las cifras de la AEB (Asociación de Empresas Europeas) sean formales y que Rusia haya visto desplomarse sus ventas desde el inicio de la guerra en un 60%, pero el país de Putin sigue, voluntarista, comprando unos cuantos coches y son muchos coches chinos.
Desde el inicio de la guerra, se han ido todos. Renault y Stellantis, por supuesto, pero también BMW, Mercedes, el grupo Volkswagen, los japoneses y los coreanos. Todos ellos se retiraron de Rusia al mes de la guerra de Ucrania. Como resultado, los rusos sólo pueden confiar en sus fabricantes nacionales. Excepto que esto sería sin tener en cuenta a China, que ha mostrado una pseudo-neutralidad en el conflicto desde el principio. Y el Reino Medio no sólo se está aliando con Moscú para relanzar la marca Moskvitch, sino que también está importando sus propios productos a Rusia como nunca antes.
A principios de año, antes del intento de invasión de Ucrania, los fabricantes chinos liderados por Chery, Geely y Haval (Great Wall), se conformaban con sólo el 9,6% de la cuota de mercado. Hoy tienen el 31,3% y podrían, según los analistas, alcanzar el 35% en 2023.
Ciertamente, este espectacular salto se está produciendo en un mercado muy pequeño, de apenas 600.000 coches previstos para todo 2022. Sin embargo, es muy posible que el oportunismo chino continúe después de la guerra, ya que seguramente habrá secuelas. E incluso cuando se levanten las sanciones contra Moscú, si ese día llega, y los fabricantes de automóviles occidentales regresen a Rusia, los chinos ocuparán firmemente el lugar.
Para este país de 140 millones de habitantes, representa un mercado de más de 1,7 millones de coches vendidos en sus años buenos. Los fabricantes extranjeros lo saben bien y Toyota, al abandonar el país, ha abandonado uno de los mercados más importantes de Europa en sentido amplio, ya que vendió allí más de 90.000 coches, sin contar 20.000 Lexus. En comparación, la marca premium del grupo japonés sólo vendió 4.700 coches en Francia el año pasado.
Ahora los chinos están cavando su agujero en Rusia y pretenden quedarse allí cuando terminen las operaciones militares. Para conseguirlo, tienen un secreto: están dejando los coches de bajo coste a los fabricantes rusos y concentrándose en el segmento generalista, con modelos que cuestan más de 20.000 euros. Las marcas del Reino Medio saben que este mercado volverá a despegar después de la guerra, cuando los rusos tengan que cambiar de coche y hayan recuperado cierto poder adquisitivo. ¿Y si Rusia fuera el laboratorio chino de la ofensiva hacia Europa?
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